Los Abuelos De Jesús- La Historia De Israel

 

El surgimiento de los antepasados de Jesús, el origen del pueblo de Israel, es realmente complejo establecerlo; seguramente en su etapa embrionaria encontraríamos a un grupo o grupos de personas caminando por el Medio Oriente y parte del Oriente, acampando aquí y allá en un proceso semi-nómada por la alta Mesopotamia y Siria, grupos a los que se solía llamar como amorreos, es decir, occidentales.

 

De estos periodos iniciales la Biblia no dice nada; nos han llegado relatos aislados de algunos personajes y de algunos grupos, tal es el caso del relato de la muerte de Teraj, el padre de Abraham, en Jarán, al noreste de Mesopotamia[1]. Desde ese lugar parte con rumbo a tierra de Canaán.

 

A esta pre-etapa le siguió el periodo de los Patriarcas, es decir, el periodo de los Papás, padres del comienzo del Pueblo; éstos corresponden al periodo en que esos grupos humanos del comienzo se mantenían unidos en clanes o grupos familiares bastante numerosos, de allí el nombre de patriarcas, por el modo de organización familiar del cual ellos eran los jefes, con funciones de juez, administrador, militar y sacerdote propio de un régimen patriarcal primitivo. Siendo semi-nómadas, se caracterizaban por estar en frecuente peregrinación por el territorio de Canaán llegando en algunas ocasiones hasta el Nilo, en Egipto. 

 

En sus orígenes los Patriarcas del posterior pueblo de Israel hablaban en dialecto arameo, poco a poco reemplazado por sus constantes desplazamientos por el lenguaje cananeo, del cual el hebreo es una derivación.

 

En cuanto a la religión podemos decir que el Dios del clan era el Dios del Patriarca, por eso se habla en la Biblia de Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, aludiendo, a su vez, al mismo y único Dios[2], ellos tres son los grandes patriarcas del pueblo de Israel, de los cuales tenemos memoria.

 

El pueblo que se empieza a gestar en los clanes patriarcales vive su acontecimiento más importante de encuentro con el Dios vivo y verdadero cuando, por motivos que realmente desconocemos, se presume que algunos de ellos bajaron a Egipto debido a una escasez de alimentos y allí se establecieron; pero, en el reinado, muy probablemente de Ramsés II (1250 a.C.) fueron sometidos a situaciones inhumanas de marginación y esclavitud (Éxodo 3, 7-8) y colocados en trabajos forzosos, con miras a desarrollar todo el proyecto y la infraestructura de ingeniería y arquitectura trazada por el Faraón.

 

El momento fundamental del pueblo de Israel ocurre cuando, por acción del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, surge de entre el pueblo un líder que los conduce de la esclavitud, en un éxodo (salida) hacia la liberación tipificada o prefigurada en la esperanza de una “tierra” en donde podrán adorar y servir a Dios. Todos estos acontecimientos descritos en la Biblia, principalmente en el libro del Éxodo, nos muestran a Moisés como verdadero Padre de la fe del pueblo. Gracias a Moisés el pueblo cree en Dios y es conducido hacia la libertad.

 

En torno Moisés y a través de una misma fe en Dios, el Dios que los sacó de Egipto, los distintos clanes agrupados por tribus se reorganizan ahora en una confederación o agrupación de tribus mayor, esta confederación queda sellada con una alianza, no entre los distintos líderes de las tribus, sino entre el pueblo y su único líder: Yavé.

 

En este contexto surge la “Torá” (La Ley) de Moisés o, mejor, la Ley de Dios entregada a Moisés. 

Muerto Moisés y pasadas varias generaciones después del Éxodo, las tribus asentadas en el territorio de Canaán afirman su autonomía y surge entre ellas una nueva modalidad de liderazgo, la de los Jueces, quienes asumen el mando militar, religioso, político y la defensa de la tribu ante las constantes amenazas de los otros pueblos (por ejemplo: Débora y Barac, Gedeón y Sansón, entre otros). Los relatos de ésta etapa del pueblo de Dios se encuentran descritos en el libro de la Biblia que lleva su mismo nombre, el libro de los “Jueces”.

 

Después de transcurrida la etapa de los Jueces, un poco más evolucionada la conciencia y la identidad del pueblo con las constantes crisis y peligros que generaban los pueblos vecinos, se ven en la necesidad de buscar mayor unidad pues, es bien sabido que, ‘la unión hace la fuerza’.

 

Para el año 1.000 a.C., las distintas tribus israelitas dispersas por el territorio de Canaán se ven periódicamente amenazadas por los filisteos, un poderoso pueblo proveniente de Grecia expertos en el arte de la guerra y bien dotados de carros de combate. Por tal coyuntura histórica surge un nuevo caudillo que se abandera de la defensa del pueblo: Saúl, quien organiza un buen ejército para hacerle frente a esas amenazas. Reúne hombres del territorio norteño y sureño de las tribus de Israel. Por su habilidad militar y de gobierno, es elegido y coronado como el primer Rey de Israel.

A la muerte de Saúl, David, otro gran guerrero se constituye como Rey único, tanto de las tribus del norte como de las tribus del sur. Al vencer a los filisteos, estableció la capital del Reino en Jerusalén. David llega va a ser considerado, por generaciones, como el Rey prototipo, el Rey modelo, como la regla o Canon con la que serán evaluados los demás sucesores.

Muerto David, le siguió en el trono Salomón, su hijo, quien lleva a Israel a su máximo esplendor. Es considerado como el Rey de la sabiduría y del temor de Dios.

 

La monarquía en Israel sufre su más grave crisis cuando, en el año 931, de divide en:

1) Reino del Norte, ahora identificado como Israel, estableciéndose su capital en Samaría.

2) Reino del Sur, ahora identificado como Judá, con su capital en Jerusalén.

 

Las etapas siguientes serán una cadena de frustraciones para el pueblo: invasiones, destierros y progresivos ataques a su identidad y a su autonomía.

 

La primera gran invasión la sufrió el Reino del Norte en el año 721 a.C. cuando el Imperio Asirio invade y arrasa el territorio deportando a algunos de los antiguos gobernantes de Israel y asesinando a otros.

 

La segunda invasión es por parte del Imperio Babilónico, el cual conquista el Reino del Sur en el año 538 a.C., deportando a los judíos a Babilonia. Pero, en 538 a.C., Ciro (Rey de Persia) toma Babilonia y hace que los judíos desterrados (en Babilonia) regresen a su tierra y, por segunda vez, es construido el Templo de Jerusalén (inicialmente construido en tiempos de Salomón).

 

En el año 333 a.C. se produce una despiadada y sistemática invasión por parte de los griegos, quienes al mando de Alejandro Magno, derrotan a los Persas (1 Mac 1ss.) e inician su obra invasora, no sólo en materia militar y política, también, cultural y religiosa. Surge así en esta época, un grupo de hermanos, quienes -en nombre del Dios de Israel- emprenden una labor de resistencia, son ellos los hermanos Macabeos.

 

Hacia el año 150 a C. se logra establecer una monarquía Judía integrada por descendientes de los Macabeos (la dinastía Asmonea). En el año 43 a.C., Antípatro, miembro de esa dinastía, gobierna a Israel pero sólo de nombre pues con la nueva invasión de los romanos, su hijo es nombrado gobernador y luego Rey. Este nuevo Rey es Herodes, quien gobernó cuando ya Roma había conquistado el territorio de Palestina aunque había logrado perdurar en el trono por ser un títere del poder Romano.

 

Cuando nace Jesús de Nazaret, el territorio de Palestina se encuentra en plena ocupación romana en el periodo identificado como el del “Imperio” (los periodos de la historia romana fueron: monarquía 753 a 449 a.C., República 449 a 27 CA., Imperio 27 a 556 d.C.), siendo para entonces emperador Octavio Augusto; él tenía dentro de sus propósitos establecer un poder personal (Imperio), respetando sin embargo las instituciones republicanas, fijando en sus sitio las antiguas magistraturas. Con su gobierno los territorios que antes dependían del Senado, seguirían dependiendo de éste, pero ahora se llamarían Consulados; las provincias donde había legiones (ejército imperial) dependen ahora directamente del Emperador y se denominan ahora “Legados”.

En los territorios donde había especiales problemas de orden y control se regirían ahora por un perfecto o procurador y se les denomina ahora “Procuradurías”.

 

Cuando muere Jesús, el emperador es Tiberio (hijo de la esposa de Octavio), para entonces las cosas en materia administrativa no han sufrido cambios de consideración; en las colonias de Palestina, a primera vista, todo parecía indicar que las cosas marchaban bien, que económicamente había prosperidad y que el futuro era halagador, que eran colonias donde la gente la pasaba bien y no había pobreza; pero cuando se detiene uno a mirar a través de esa primera máscara lo que se encuentra es otra realidad, el común del pueblo estaba arrinconado por la pobreza desde distintos frentes: tanto en el campo político del Imperio, como en el religioso del judaísmo de ésa época, se iban institucionalizando grandes impuestos y una injusta distribución de las riquezas. Es así que el pueblo en tiempos de Jesús en su inmensa mayoría, marginado, desprotegido y ultrajado en su dignidad humana; las tierras estaban acaparadas por unas cuantas familias poderosas, el trabajo era poco y mal remunerado; a todo eso se le agregaba la carga religiosa que distinguía entre oficios puros e impuros (pastores, médicos, administradores de cementerios, cobradores de impuestos, publicanos, etc.) 

 


[1] Gn 11, 32  

[2] Cfr. Ex. 3,6

Fuente: Círculos Bíblicos Sectoriales- CIBISEC-

Escuela Bíblica Jesús Maestro,

Parroquia San Pancracio.